Tuesday, April 24, 2007


Trepado a la cúpula de sus sueños
fisgonea el suero de otros, obseno
y obsequiando esquinas de caballo. Mira otro prófugo
escenas fisuradas, imposible comentarlas, imposeíbles
los poros por donde el hambre escapa. Teñida
de sombra la silueta de alguno
tiñe el derivar de los leves, de los fágiles
que escamotean frescuras moribundas, que se
visten de sargentos represivos. No indago
el caer de los cuerpos, no concibo
turbios enredos, entuertos, implícitos desequilibrios
que nos mueven el suelo. Doy un salto de gacela,
abro la pared más pequeña para robar
mi ración de marea, como una bola de acero
abriendo campo prepotentemente por
entre los escombros de occidente.
El humo homicida eleva restos festivos,
me inviste desnudez, mirar de síncope,
descarga de misterio,
aluvión de relojes calcinados.