Tuesday, July 18, 2006

tejido y deshielo

con acuestos cadáveres construí estas ruinas, capullo ceniciento, cráter de aves apagadas. el Soplo adentra sobres vacíos , la moribunda química resucita en la erosión que me dispara hacia mesetas de entrepiso. las escamas traspasan jardines vivos y melancólicos, estepas de arena deslumbrante. el aliento de los túmulos se esconde en las pisadas del Gran Muerto. sus tobillos ruegan por mis lágrimas, su carne violácea quiere reír por mis encías. urna y almizcle. tejido y deshielo. me quiebro en soles instantáneos, en las orillas mis partes irresueltas bisbisean pendulares, se depositan ofrendosas en los bancos flajelados de tierra fértil, para salir emborrachadas al contragolpe de la corriente. resabios de lenguas futuras salen por las mejillas de cholitos reidores. cornamentas milagrosas se forman en sus frentes tímidas y resueltas.

Friday, July 14, 2006

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Y dijo luego Monelle: Te hablaré de las cosas muertas.
Quema cuidadosamente a los muertos y expande sus cenizas a los cuatro vientos del cielo.
No juegues con los muertos ni acaricies su rostro.No te rías ni llores sobre ellos; olvídalos.
No confíes en las cosas pasadas. No te ocupes de construir bellos ataúdes para los momentos pasados: piensa en matar los momentos que vendrán.
Desconfía de todos los cadáveres.
No abraces a los muertos; porque ellos ahogan a los vivos.
Ten hacía las cosas muertas el respeto que se debe a las piedras destinadas a construir.
No ensucies tus manos en los cauces gastados. Purifica tus dedos en las aguas nuevas.
Aspira tu propio soplo y no los hálitos muertos.
No lleves en ti el cementerio. Los muertos producen pestilencia
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Sunday, July 02, 2006

FACTOR SERPIENTE

FACTOR SERPIENTE

René Char: Huésped y amo

¿Qué podría consolarnos? ¿Y qué necesidad hay de consuelo? El hombre y el tiempo nos han revelado todo. El tiempo no es en absoluto votivo, y el hombre sólo cumple designios ruinosos.

Deseo de un corazón cuyo umbral no se modifique.

Íbamos a tomar lo que anhelábamos. Pero la mano brillante se rendía, parecía fea.

Fuente verde suele dar frutos pochos.

Nuestro sueño era un lobo entre dos ataques.
Habíamos prolongado poderosamente el camino. No llevaba a ninguna parte.

Habíamos multiplicado los destellos. Al fin y al cabo, ¿a dónde llevaba? A las brumas disipadas, a la evocada niebla. Y la naturaleza entera estaba aquejada de pandemia.

Incluso en el mejor, en uno u otro momento, encarnaba el crimen.

Astros y desastres, cómicamente, se han enfrentado siempre en su desproporción.

Hombres de presa altamente civilizados se afanaban por cubrir el rostro embrutecido con la máscara de la espera afortunada. ¡En qué términos, su invitación! ¡Qué perfil porcino el de su prosperidad!

¿De nuevo a solas con lo que llama desde tan lejos, tan evasivamente?

Tiempo, amo mío y huésped mío, ¿a quién ofreces, si es que lo haces, los días gozosos de tus fuentes? ¿Al que viene secretamente, con su acre olor, a vivirlos cerca de ti, sin falsedad, y sin embargo delatado por sus irreparables heridas?